El Comité de Sabias de la Cátedra de Feminismos 4.0 pide más regulación para combatir la pasividad de las grandes corporaciones ante la misoginia en Internet
El Comité de Sabias de la Cátedra de Feminismos 4.0 DEPO-UVigo señaló que la búsqueda del beneficio económico está detrás de la pasividad y permisividad de las grandes corporaciones comerciales digitales respeto de la misoginia en Internet y solicitó a los poder públicos una mayor regulación para acotar y eliminar las violencias machistas en la red.
Esta exigencia es una de las conclusiones del encuentro virtual que mantuvo el comité este viernes, en el que se hizo balance de las acciones realizadas en 2021 por la Cátedra de Feminismos 4.0 y se debatieron propuestas para este año.
Además, se anunció la incorporación de Lorena Fernández Álvarez cómo integrante de este órgano consultivo. La noticia integrante es ingeniera informática y directora de comunicación digital de la Universidad de Deusto. También forma parte del grupo experto de la Comisión Europea Gendered Innovations para analizar el impacto de no incorporar la perspectiva de género en la inteligencia artificial.
En la reunión también participaron la presidenta de la Diputación de Pontevedra, Carmela Silva, y el rector de la Universidad de Vigo, Manuel Reigosa, así como la directora de la Unidad de Igualdad de la universidad, Águeda Gómez.
Por su parte, la presidenta Carmela Silva agradeció la labor de la Cátedra y de la Unidad de Igualdad de la UVigo y destacó la labor de la expertas del Comité de Sabia, reivindicando la necesidad de “romper el techo de acero para que las científicas e investigadoras sean también directivas”. Además, destacó la importancia de este encuentro en el marco del Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia para visibilizar las sabias y su trabajo. “Queremos que la gente tenga conocimiento del mucho que están aportando las mujeres”. Y alabó las acciones de la Universidad de Vigo para convertirse en una entidad “referente en igualdad”.
El rector Manuel Reigosa también quiso valorar especialmente el trabajo del Comité de Sabias y de la Cátedra en su conjunto, así como señalar que es el momento de escuchar la referentes como las integrantes de este órgano consultivo.
Mayor regulación de las plataformas digitales
Las expertas reconocieron que los discursos misóginos y de violencia machista que se producen en Internet y en las redes sociales proceden de una minoría, pero que debe ser aislada. Y, en este sentido, todas coincidieron en atribuir una grande responsabilidad a las grandes corporaciones empresariales que son propietarias de las plataformas digitales dominantes, aunque también apuntaron que estamos ante una responsabilidad colectiva. “La responsabilidad es de los que actúan, pero también de los que miran para otro lado”, aseguró Ana Vila- Concejo, profesora en la Facultad de Ciencias, Escuela de Geociencias de Universidad de Sydney.
En la línea apuntada por Ana Vila, Purificación Mayobre, profesora jubilada de Filosofía en la Universidad de Vigo, señaló que “se partimos de que el género es un sistema de poder que adscribe espacios, adjudica roles, construye identidades, así como hábitos que se incorporan y tradiciones que se heredan, no nos puede extrañar que la ágora digital esté impregnada de la misoginia y la violencia”.
Por su parte, Lorena Fernández acercó ejemplos de esa permisividad: diseñan algoritmos que censuran pezones, generan presión sobre los cuerpos de la niñas y chicas, dan difusión al odio y toleran el ciberacoso.
Las sabias apostaron por que los gobiernos democráticos establezcan una mayor regulación, de manera que se garantice un mínimo de seguridad y convivencia. Como indicó Encina Calvo, profesora de física en la Universidad de Santiago de Compostela (USC), “son las corporaciones y no las leyes las que definen los límites del discurso permisible”. Ana Jesús López, doctora en ciencias físicas de la Universidad de la Coruña (UDC), consideró que las instituciones públicas “deberían ser quien de penalizar y perseguir tanto a quién hace esos discursos como a las plataformas o empresas que los permiten”. El problema es su carácter global, que dificulta una respuesta, a menos que sea coordinada a través de entidades supranacionales.
El beneficio económico, un gran obstáculo
Entre las razones que explican la resistencia de las grandes corporaciones comerciales digitales para que Internet no sea un espacio igualitario y libre de violencias machistas, las expertas fueron contundentes respeto de una: el motivo económico.
Uno de los mayores ingresos de estas compañías procede de la inversión en publicidad, que se dirige a distintos públicos, entre ellos el misógino. “Mientras consideren que censurar la violencia les perjudica económicamente, no el vano a hacer”, explicó Soledad Torres, profesora en la Escuela de Ingeniería de Telecomunicación de la Universidad de Vigo (UVigo). El único que podría hacerles cambiar, según Edita de Lorenzo, profesora y doctora ingeniera de Telecomunicación por la Universidad de Vigo, sería un daño para su imagen que, al final, también influye nos sus resultados económicos.
Segundo la matemática María Cumplido, citada por Encina Calvo, “a las redes sociales no les importa la ética de los efectos de los algoritmos, sino maximizar los beneficios”. Según esta lógica, “los algoritmos crearán caldos de cultivo selectivos que propicien cualquier adhesión la cualquier tipo de opinión”, siempre que genere una rentabilidad económica.
Y, relacionado con esto, está el propio funcionamiento de las redes y de los medios de comunicación, que apuntó Marta Macho, matemática y editora de la web Mujeres con Ciencia: “la polémica vende más que los espacios tranquilos”, algo con lo que coincidió Coral del Río, catedrática de economía aplicada en la UVigo.
Objetivo: expulsar a las mujeres de la Red
La violencia machista digital tiene, entre sus objetivos, reducir la presencia de las mujeres en el ágora digital o mismo expulsarlas. Y, según las expertas del Comité consultadas, parece que lo está consiguiendo. Mari Álvarez Lires, profesora de didáctica de las ciencias experimentales de la UVigo, apuntó que “el nivel de agresividad, las amenazas contra usuarias, que acaban sintiendo miedo mismo de salir a la calle a pesar de ser mujeres valientes, demuestra que los grupos violentos están consiguiendo sus objetivos”.
Según Marta Macho, “muchas mujeres se están alejando de estos espacios y, además, logran enfrentar la feministas”.
Los ataques misóginos crean una situación que exige la construcción de espacios seguros, que constituye uno de los principales retos para estas plataformas digitales. Además de controlar o modular sus posibles efectos nocivos, especialmente los que afectan a la salud mental de las adolescentes.
Con todo, Coral de él Río acotó el éxito de los grupos misóginos organizados, señalando que “se limitan, sobre todo, al campo digital”. Por su parte, María José Rodríguez Malmierca, responsable del área de E- learning y Colaboración del CESGA, consideró que “son acciones muy peligrosas porque suponen una sobreexposición negativa para las víctimas y sus entornos”.